Corre, Adán.
Tras la vereda estaré yo, esperando la caída de un fruto. Al
estrellarse en el suelo se desgajará el pecado y añadirá sabor al polvo del que
vienes.
Quédate, Adán.
Todos dicen que he nacido de tu costado. Te han hecho caer
en profundo sueño para extirparme de ti.
Desde entonces ando huérfana de
origen, y tú, cercenado de mí.
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