viernes, mayo 10, 2019

Índice


Solo el dedo índice. Solo. Para recorrerte la boca, para colocarlo sobre tus labios y hacerte callar las preguntas. Es que las respuestas no importan. Solo es mi índice. Es mi dedo el que se pasea por tu espalda, el que va dibujándote veredas; el que vive para seguir los renglones de tu boca; el que retuerce mi cabello al pensarte.

Deambulas en mis hombros, cornisas de mi cuerpo. Delirio de tus labios, marquesinas de tu rostro.

Vives tras mi lengua que te nombra. Oración del seseo.

Qué somos sino este manantial que no entiende de distancias. Miradas. Veneno. Amaneceres corporales. Danzar de esta dulce ponzoña. Mi rostro sobre tu pecho. Destellos del pasado. Bailes de luz en mi cabeza.

Te busco en los lugares en los que no te encuentras, pero en los que invariablemente te recuerdo.

No hay dolor en mi silencio. Porque solo es silencio. Palabras que no pueden escribirse porque lo que calla son las manos, los ojos; esta piel que se entibia, que se endulza lentamente.

Solo es mi índice. Solo es mi dedo el que te persigue dibujando montañas, señalando el infinito. Tu imagen en el pasado. Mi dedo guardando silencio sobre las promesas que nos sobrevuelan, que nos desordenan el cabello. Petirrojos de lo inevitable.

Solo es mi dedo índice. Solo.



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